La presidenta Claudia Sheinbaum ha lanzado “México te abraza”, un programa que busca apoyar a los mexicanos deportados de Estados Unidos. Los beneficiarios recibirán 2 mil pesos para regresar a sus comunidades y serán inscritos en el IMSS. La iniciativa llega en un momento en que las políticas migratorias de Donald Trump, quien regresó a la presidencia de Estados Unidos, han intensificado las deportaciones, dejando a miles de connacionales en situaciones vulnerables.

Aunque el programa parece un acto de empatía, surge en un contexto nacional donde el sistema de salud está al borde del colapso y las finanzas públicas enfrentan fuertes presiones. Esto plantea una pregunta incómoda: ¿puede el Estado realmente garantizar el “abrazo” prometido cuando sus brazos están debilitados por problemas estructurales?

Una ayuda inmediata, pero insuficiente

El apoyo económico de 2 mil pesos es, en el mejor de los casos, un paliativo. Cubrirá necesidades básicas como transporte y alimentación en el corto plazo, pero no resuelve el problema de fondo: la falta de oportunidades laborales, educativas y sociales para quienes regresan al país.

La inscripción al IMSS, que busca garantizar acceso a la salud, también enfrenta serias limitaciones. Con un sistema de salud que opera al límite de su capacidad, las promesas de cobertura médica para los deportados parecen más simbólicas que reales. En muchos hospitales y clínicas, la falta de medicamentos, equipos y personal calificado ya es una crisis cotidiana para millones de mexicanos. Agregar a más personas al sistema sin una estrategia integral para fortalecerlo solo profundizará su inminente colapso.

El contexto del colapso sanitario

Desde hace años, el sistema de salud mexicano ha mostrado signos alarmantes de desgaste. La transición al IMSS-Bienestar no ha logrado resolver problemas estructurales como el desabasto de medicamentos, la saturación de hospitales y la insuficiencia de personal médico. Si bien el gobierno asegura que se están destinando recursos, los resultados son insuficientes para enfrentar las necesidades actuales, y mucho menos para absorber la demanda adicional que implica este programa.

En este contexto, la inscripción de los deportados al IMSS podría convertirse en un acto más de burocracia que de verdadero impacto. ¿Qué servicio real pueden esperar los beneficiarios cuando los mexicanos que ya están inscritos enfrentan largas esperas y atención incompleta?

Un reto político y social

El programa “México te abraza” también tiene una dimensión política. Más allá de atender una crisis humanitaria, envía un mensaje de sensibilidad y compromiso por parte de la administración Sheinbaum. Sin embargo, este tipo de iniciativas corre el riesgo de ser percibido como una estrategia de relaciones públicas si no se acompaña de acciones concretas que ataquen las raíces del problema.

Para muchos deportados, regresar a México no es un “abrazo”, sino un choque con una realidad que los obligó a emigrar: falta de empleo digno, inseguridad y ausencia de oportunidades. Si el gobierno realmente quiere apoyarlos, debe enfocarse en construir un sistema económico y social que no solo reciba a los deportados, sino que les permita reconstruir sus vidas con dignidad.

Un abrazo con los brazos cansados

El concepto de “México te abraza” es poderoso, pero necesita ser respaldado por políticas públicas que vayan más allá del gesto inicial. Esto implica:

  1. Fortalecer el sistema de salud: Antes de inscribir a más personas, es imprescindible resolver los problemas de fondo que ya enfrenta el IMSS y garantizar un acceso real y efectivo para todos.
  2. Fomentar la creación de empleo: Invertir en programas que ofrezcan capacitación laboral y financiamiento para emprendimientos, especialmente en las comunidades receptoras de deportados.
  3. Apoyo integral: Incluir servicios de salud mental y orientación para ayudar a los deportados a lidiar con el trauma de la deportación y su reintegración social.

En medio de una crisis sanitaria y económica, el abrazo prometido por el gobierno parece cálido en la teoría, pero en la práctica corre el riesgo de ser insuficiente. Porque un abrazo verdadero no solo incluye la intención de ayudar, sino la capacidad de hacerlo.

Si no se fortalecen las bases del sistema de salud y las oportunidades para los deportados, “México te abraza” podría convertirse en un gesto simbólico, pero vacío. Y lo que estos mexicanos necesitan no es caridad, sino un país que realmente esté listo para recibirlos con los brazos fuertes y abiertos.

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